La frase que resume a una empresa en crisis
“Encantado de conocerte, hoy es mi último día”
Así empezaba, para mí, una reunión cualquiera en la empresa en la que estaba empezando a trabajar como consultor.
Aquello parecía más un aeropuerto que una empresa: excepto un pequeño grupo de personas, todo el mundo parecía estar de paso.
La rotación era alta. Muy alta.
Y cuando eso pasa, no estás ante un problema de “recursos humanos”. Estás viendo un síntoma grave de que algo estructural va mal: falta de liderazgo claro, cultura, objetivos desconectados de las personas, o una mezcla de todo eso.
Con una rotación así, es casi imposible lograr resultados.
Porque, aunque muchos líderes todavía lo crean, no hay una línea recta entre definir un objetivo y alcanzarlo.
No se llega al resultado desde los objetivos.
Se llega desde el sistema que permite avanzar hacia ellos.
Y una parte esencial de ese sistema… es el equipo.
Hay muchos problemas complejos que una empresa necesita resolver para avanzar: entender su producto, encontrar su mercado, tener una propuesta de valor que funcione, adaptarse al contexto…
Pero para afrontar cualquiera de esos retos, hay una precondición ineludible: tener un equipo.
Nunca será ideal ni perfecto. Pero eso no es importante (nada en la realidad es perfecto).
Lo que sí es importante es que pasen el suficiente tiempo en la organización como para aprender sobre tu producto, tus clientes, tus problemas, tu estilo, el mercado…
Que se queden lo suficiente como para pensar, proponer, construir y detectar los problemas del sistema que ellos mismos han ayudado a crear, para después mejorarlo e iterar.
Porque sin equipo, no hay iteración.
Sin iteración, no hay aprendizaje.
Y sin aprendizaje, no hay progreso.
Puedes tener los objetivos más ambiciosos del mundo. Pero sin un equipo potente, son solo palabras en una presentación de PowerPoint.
Entonces, ¿qué necesitas?
Un entorno donde las personas quieran quedarse.
Donde sientan que crecen, que importan, que son escuchadas. Para algunas será el propósito, para otras el aprendizaje, para otras saber que su voz cuenta.
Si estás atrapado persiguiendo metas con un equipo que se evapora cada trimestre, no necesitas otra metodología de OKRs.
Necesitas reconstruir el suelo sobre el que se sostienen.
Empieza preguntándote:
¿Por qué la gente se va?
¿Qué tendría que pasar para que quisieran quedarse?
Nos leemos